Los traumas emocionales son muy variados en
duración, gravedad, predictibilidad, grado de manejo o autoconfianza en sí
mismo, etc. también el acontecimiento particular que es vivido como trauma es
variado: separación afectiva, pérdida del empleo o despido, muerte de un
familiar o amigo, enfermedad, discusión grave, etc. Giorgio Mambretti y Jean Séraphin
(1999) definen el trauma emocional como “un evento vivido de modo dramático,
inesperado y conflictivo, en soledad y sin posibilidad de unas solución
satisfactoria”.

Baum (1990, citado por Taylor, 2007) señala
que el estrés “es aquella experiencia emocionalmente
negativa acompañada de cambios predecibles a nivel bioquímico, fisiológico, cognitivo y conductual y que
están dirigidos ya sea para alterar el evento
estresante o para adecuarse a sus efectos”.
Lo deseable es que la vivencia del estrés sea
transitoria y ayude a superar la crisis o el trauma emocional. Cuando no ocurre
así la activación HHS se altera volviéndose recurrente; es posible entonces que
se desencadenen una serie de enfermedades ya sea metabólicas, cardiovasculares, mentales o ambas. De hecho, la mayoría de
enfermedades mentales, si no es que todas, han comenzado con la fase del estrés.
Ahora bien, creo que lo más importante no es saber qué es lo que sucede cuando
se pasa por un episodio de estrés, sino cómo vivirlo o cómo salir de la crisis
emocional a modo de evitar o salvar el estrés crónico.
Muchas veces es obvio lo sucedido, no así lo que
cada quien siente o vive de lo sucedido.
Cuando la soledad entra, también entra el miedo que te
convence de que lo que pasa, ¡no va a pasar!
La importancia
de hablar, no radica en verbalizar, reside en darle sentido a lo que vivimos. No es lo mismo decir
“mi hermana ha fallecido a causa de un terrible cáncer” que decir “siento odio,
soledad, vacío, sin sentido de la vida; las manos me tiemblan, duermo poco y no
tengo hambre”. Así la cosa tiene un cambio drástico y toda esa carga emocional
que creemos sentir pierde peso porque se ha compartido. No es necesario que la
persona que nos escucha nos dé un consejo o nos oriente sobre qué hacer, es
suficiente que nos escuche.
Creo que es el momento de cambiar de
pregunta; sustituir el ¿por qué me está pasando esto a mí? Por ¿he buscado
apoyo en otra persona sobre lo que estoy sintiendo?
“Compartir
la emoción, es el antídoto contra el dolor”
“Es muy frecuente
notar que la persona que pasa por una crisis, se esconde o se aísla, y que por
eso se vea privada de las oportunidades de obtener apoyo social […]. La
preocupación por el evento puede hacer que disminuya su interés en las
relaciones sociales, en la intimidad y en la sexualidad. Son comunes los
sentimientos de culpabilidad como la depresión, la excitación automática, la
inquietud y la irritabilidad. En algunos casos
puede haber arranques de conducta impulsiva, abuso de alcohol y de las
drogas” (G. Sarason, Et. Al., 1990).
Sí no eres tú la persona que sufre un
desgarre emocional pero necesitas escuchar a alguien que sí sufre, evita las
frase “no llores, todo va a pasar” y sustitúyelas por “permítete sentir, vívelo
y manifiéstalo” y no reprimas el llanto. Después conviene intervenir con una
técnica de relajación.
Dejo los pasos que se requieren en un
entrenamiento en relajación que propone G. Sarason, Et. Al. (1990):
- Enfocar la
atención de una serie de grupos de músculos específicos.
- Poner en tensión
cada grupo.
- Mantener en tensión
de cinco a seis segundos.
- Decirse así
mismo “descansa”, y relajar inmediatamente la tensión.
- Enfocar la
atención en cada grupo de músculos conforme se relajan.
No te incrustes el problema ni lo incorpores
a tu vida. ¡Comparte tu dolor; no lo lleves en soledad! Recuerda que los
eventos disruptivos tienen un sentido más sublime que el depresivo; sólo hace
falta compartirlo para ir descubriéndolo.
Por: Ángel Castillo Palma
Bibliografía:
Mambretti, G., & Seraphin,
J. (1999). La Medicina patas
arriba: ¿y si Hamer tuviera razón?. Obelisco.
Taylor, Shelley E. (2007). Psicología de la salud.
México: McGraw-Hill Interamericana
G. Sarason, Et. Al. (1990). Psicología
anormal: los problemas de la conducta desadaptada. México: Trillas
"La felicidad existe unicamente en la representación mental, por tanto es siempre fruto de la elaboración. Es algo a trabajar y ella se construye en el encuentro con el otro".
ResponderEliminarBoris Cyrulink