martes, 24 de mayo de 2016

Mecanismos de defensa



El yo y sus máscaras


Pareciera que en un determinado periodo de nuestra vida logramos hacernos de una identidad sólida, una personalidad muy particular y, en general, logramos estabilidad en la vida que posibilitan una vida tranquila, en paz y feliz. Si se me permite comparar este asunto con la construcción puedo decir que nuestra vida en algún momento se presenta como una construcción terminada en lo esencial: con muros y cimientos sólidos. La solidez de la vida nos hace pensar que el edificio está seguro; hay una fe inocente en la seguridad que tenemos de que aquello en que nos apoyamos permanecerá. 


Lo que hacen los eventos disruptivos es poner en duda o desmoronar aquello en lo que confiamos y con ello entran en crisis nuestra identidad, personalidad, seguridad, etc. es entonces cuando sentimos vaciedad y sinsentido. Pareciera que la vida pierde todas sus significaciones. Toda la construcción de nuestro edificio ya no es sólida y se descubre tan frágil e indefensa a punto de desplomarse por completo.

Ante este yo que se desgarra, que se desvanece en la inseguridad, surgen unos mecanismos defensivos que nos sostienen en medio de la inestabilidad, que nos sitúan; estrategias psicológicas inconscientes que nos ayudan a hacer frente a una realidad muchas veces percibida como adversa. Éstos ayudan a que el yo no se disuelva por completo sino que permanezca mientras logra reelaborar de significados su entorno.

Así vistos los mecanismos de defensa son herramientas muy oportunas para hacer frente a lo que de pronto parece que rebasa nuestras fuerzas. Pero estas herramientas pueden estar situadas de forma inadecuada, es decir, se emplean de forma persistente indicando inadaptación.

Para este nivel conviene hacer consciencia de cuál o cuáles son los mecanismos de defensa que a la vez me definen. Ante un evento disruptivo qué mecanismos me mantienen a flote.

Conocer qué es lo que hace que se mantenga el self ante un trauma emocional es uno de los pasos para tocar de forma terapéutica la llaga del problema, es decir, la cáscara que cubre al fruto debe ser levantada para descubrir la maravillosa fragilidad del fruto y brindarle posibilidades de madurez distinta. La cáscara que cubre al fruto puede afectarlo si se arraiga a él a modo de no distinción entre uno y otro. A veces el mecanismo de defensa le cierra la puerta a cualquier tipo de ayuda porque no distingue entre el que se acerca a auxiliar del que amenaza. También los mecanismos de defensa pueden ocultarle a quien los tiene su propia autoridad de gobierno de sí mismo.


Todos tenemos mecanismos que protegen la estabilidad del yo y todos los días hacemos uso de ellos. Es muy benéfico conocerlos para saber con qué contamos y que hacen que mi personalidad sea muy peculiar, pero debemos vigilar que el mecanismo no se arraigue a tal grado de obstruir el desarrollo pleno de nuestra identidad.

Es cierto, la identidad, la personalidad, el self, ha de gozar de cierta estabilidad pero también ha de tener capacidad para resignificar la realidad, dotarla de nuevos sentidos.

Por: Ángel Castillo Palma

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