El yo y sus máscaras
Pareciera que en un determinado periodo de
nuestra vida logramos hacernos de una identidad sólida, una personalidad muy
particular y, en general, logramos estabilidad en la vida que posibilitan una
vida tranquila, en paz y feliz. Si se me permite comparar este asunto con la
construcción puedo decir que nuestra vida en algún momento se presenta como una
construcción terminada en lo esencial: con muros y cimientos sólidos. La
solidez de la vida nos hace pensar que el edificio está seguro; hay una fe
inocente en la seguridad que tenemos de que aquello en que nos apoyamos
permanecerá.
Lo que hacen los eventos disruptivos es poner
en duda o desmoronar aquello en lo que confiamos y con ello entran en crisis
nuestra identidad, personalidad, seguridad, etc. es entonces cuando sentimos
vaciedad y sinsentido. Pareciera que la vida pierde todas sus significaciones.
Toda la construcción de nuestro edificio ya no es sólida y se descubre tan
frágil e indefensa a punto de desplomarse por completo.
Ante este yo que se desgarra, que se
desvanece en la inseguridad, surgen unos mecanismos defensivos que nos
sostienen en medio de la inestabilidad, que nos sitúan; estrategias
psicológicas inconscientes que nos ayudan a hacer frente a una realidad muchas
veces percibida como adversa. Éstos ayudan a que el yo no se disuelva por
completo sino que permanezca mientras logra reelaborar de significados su
entorno.
Así vistos los mecanismos de defensa son
herramientas muy oportunas para hacer frente a lo que de pronto parece que
rebasa nuestras fuerzas. Pero estas herramientas pueden estar situadas de forma
inadecuada, es decir, se emplean de forma persistente indicando inadaptación.
Para este nivel conviene hacer consciencia de
cuál o cuáles son los mecanismos de defensa que a la vez me definen. Ante un
evento disruptivo qué mecanismos me mantienen a flote.
Conocer qué es lo que hace que se mantenga el
self ante un trauma emocional es uno de los pasos para tocar de forma
terapéutica la llaga del problema, es decir, la cáscara que cubre al fruto debe
ser levantada para descubrir la maravillosa fragilidad del fruto y brindarle
posibilidades de madurez distinta. La cáscara que cubre al fruto puede
afectarlo si se arraiga a él a modo de no distinción entre uno y otro. A veces
el mecanismo de defensa le cierra la puerta a cualquier tipo de ayuda porque no
distingue entre el que se acerca a auxiliar del que amenaza. También los
mecanismos de defensa pueden ocultarle a quien los tiene su propia autoridad de
gobierno de sí mismo.
Todos tenemos mecanismos que protegen la
estabilidad del yo y todos los días hacemos uso de ellos. Es muy benéfico
conocerlos para saber con qué contamos y que hacen que mi personalidad sea muy
peculiar, pero debemos vigilar que el mecanismo no se arraigue a tal grado de
obstruir el desarrollo pleno de nuestra identidad.
Es cierto, la identidad, la personalidad, el
self, ha de gozar de cierta estabilidad pero también ha de tener capacidad para
resignificar la realidad, dotarla de nuevos sentidos.
Por: Ángel Castillo Palma
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