Y tú ¿Cómo enfrentas tu realidad?
“Podemos
evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la
realidad…”
-Ayn
Rand
Cada persona hace frente a sus vivencias dolorosas de
manera diversa, las asimila según sus capacidades y las herramientas que posee
para enfrentarse a las adversidades y hechos de la vida; pero ¿qué pasa cuando
no se puede introyectar el evento que se vivió, cuando no se puede aceptar? Se
pueden desarrollar diversos trastornos, dos de los principales son los
trastornos disociativos y los trastornos somatoformes.
Los trastornos disociativos son trastornos en los que
existe una alteración en la memoria, conciencia e identidad de una persona,
incluyen trastornos como la amnesia disociativa, en la que se pierde parcial o
totalmente la información personal importante después de un evento estresante,
por ejemplo: una mujer que en un accidente pierde a su hija, y más tarde no
recuerda haber vivido tal situación, ni la muerte de su hija.
Otro trastorno disociativo es la fuga disociativa, que es
la confusión sobre la identidad personal que incluye un viaje lejos de casa, por
ejemplo: alguna persona que sale y de pronto muy desubicada no recuerda a dónde
iba, ni de dónde viene, ni menos quien es…
El trastorno de despersonalización incluye sentimientos
de irrealidad sobre el yo y el ambiente, hay que tener mucho cuidado con este
trastorno, pues se descarta cuando hay adicciones que provocan este sentimiento
de irrealidad. Por ejemplo: una niña desconoce su imagen cuando se ve en los
espejos, no parece ser la suya, esto más adelante se asocia al estrés escolar
al que estaba sometida.
El trastorno de identidad disociativa, mejor conocido como
trastorno de personalidad múltiple, es una condición en la que dos o más
personalidades existen en una persona, cada una con sus propias memorias,
percepciones y actitudes.
Estos trastornos disociativos surgen por la incapacidad
de una persona de reprimir, de procesar una situación traumática, por lo que se
disocian ciertos procesos mentales para mantener “estable” a la persona, para
proteger al Yo.
Los otros tipos de trastornos son los llamados
somatoformos, que incluyen síntomas físicos o quejas que no tienen una base fisiológica,
que muchas veces ocurren por una necesidad psicológica. Hay distintos
trastornos como son el trastorno de somatización, en la que existen múltiples y
vagas quejas físicas antes de los 30 años; el trastorno somatoformo no
especificado, en los que existen una o más quejas físicas con duración mínima
de 6 meses; el trastorno de conversión, que es una pérdida del funcionamiento
físico, por ejemplo: una mujer es atendida por tener parálisis en su cuerpo,
expresaba haber sido víctima de múltiples abusos, y bajo hipnosis puede mover
sus extremidades.
El trastorno por dolor, que se caracteriza por informes
de dolor severo sin bases neurológicas o biológicas que lo sustenten. La
hipocondría, en donde existe una preocupación continua por la salud y la condición
física propias, encontrando resultados negativos, creyendo que se tiene alguna
enfermedad aunque ya se haya descartado el diagnóstico, por ejemplo: una mujer va
constantemente al doctor por diversas enfermedades que dice ver en la
televisión y que cree tener los síntomas.
Finalmente, el trastorno dismórfico corporal, que
involucra una preocupación excesiva por un defecto imaginario en la apariencia
de una persona. Por ejemplo: un hombre afirma tener unos pies muy pequeños, y
que le cuesta relacionarse con mujeres, pues teme que lo puedan juzgar por sus
“pies pequeños”.
Estos trastornos pueden tener diversas explicaciones,
como umbrales de dolor bajo, el desconocimiento de enfermedades y términos
médicos, el deseo de tener atención o la ansiedad y vivencia de alguna
situación estresante que desencadene síntomas físicos.
La
forma en que cada persona reaccionará dependerá de muchos factores, desde sus
experiencias, hasta sus mecanismos de defensa y que tan preparados se sienten
para enfrentar la vida. Hay que ser conscientes de esto y comenzar a trabajar
en nosotros, contactar emociones, sentimientos, pensamientos, dotarnos de
herramientas para no estar desarmados cuando enfrentamos un evento traumático,
que al final son parte de la vida.
-Sofía Patricia Ortiz
Ugalde
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