domingo, 19 de junio de 2016

Y tú ¿Cómo enfrentas tu realidad?

“Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad…”
-Ayn Rand

Cada persona hace frente a sus vivencias dolorosas de manera diversa, las asimila según sus capacidades y las herramientas que posee para enfrentarse a las adversidades y hechos de la vida; pero ¿qué pasa cuando no se puede introyectar el evento que se vivió, cuando no se puede aceptar? Se pueden desarrollar diversos trastornos, dos de los principales son los trastornos disociativos y los trastornos somatoformes.
Los trastornos disociativos son trastornos en los que existe una alteración en la memoria, conciencia e identidad de una persona, incluyen trastornos como la amnesia disociativa, en la que se pierde parcial o totalmente la información personal importante después de un evento estresante, por ejemplo: una mujer que en un accidente pierde a su hija, y más tarde no recuerda haber vivido tal situación, ni la muerte de su hija.
Otro trastorno disociativo es la fuga disociativa, que es la confusión sobre la identidad personal que incluye un viaje lejos de casa, por ejemplo: alguna persona que sale y de pronto muy desubicada no recuerda a dónde iba, ni de dónde viene, ni menos quien es…
El trastorno de despersonalización incluye sentimientos de irrealidad sobre el yo y el ambiente, hay que tener mucho cuidado con este trastorno, pues se descarta cuando hay adicciones que provocan este sentimiento de irrealidad. Por ejemplo: una niña desconoce su imagen cuando se ve en los espejos, no parece ser la suya, esto más adelante se asocia al estrés escolar al que estaba sometida.
El trastorno de identidad disociativa, mejor conocido como trastorno de personalidad múltiple, es una condición en la que dos o más personalidades existen en una persona, cada una con sus propias memorias, percepciones y actitudes.
Estos trastornos disociativos surgen por la incapacidad de una persona de reprimir, de procesar una situación traumática, por lo que se disocian ciertos procesos mentales para mantener “estable” a la persona, para proteger al Yo.
Los otros tipos de trastornos son los llamados somatoformos, que incluyen síntomas físicos o quejas que no tienen una base fisiológica, que muchas veces ocurren por una necesidad psicológica. Hay distintos trastornos como son el trastorno de somatización, en la que existen múltiples y vagas quejas físicas antes de los 30 años; el trastorno somatoformo no especificado, en los que existen una o más quejas físicas con duración mínima de 6 meses; el trastorno de conversión, que es una pérdida del funcionamiento físico, por ejemplo: una mujer es atendida por tener parálisis en su cuerpo, expresaba haber sido víctima de múltiples abusos, y bajo hipnosis puede mover sus extremidades.
El trastorno por dolor, que se caracteriza por informes de dolor severo sin bases neurológicas o biológicas que lo sustenten. La hipocondría, en donde existe una preocupación continua por la salud y la condición física propias, encontrando resultados negativos, creyendo que se tiene alguna enfermedad aunque ya se haya descartado el diagnóstico, por ejemplo: una mujer va constantemente al doctor por diversas enfermedades que dice ver en la televisión y que cree tener los síntomas.
Finalmente, el trastorno dismórfico corporal, que involucra una preocupación excesiva por un defecto imaginario en la apariencia de una persona. Por ejemplo: un hombre afirma tener unos pies muy pequeños, y que le cuesta relacionarse con mujeres, pues teme que lo puedan juzgar por sus “pies pequeños”.
Estos trastornos pueden tener diversas explicaciones, como umbrales de dolor bajo, el desconocimiento de enfermedades y términos médicos, el deseo de tener atención o la ansiedad y vivencia de alguna situación estresante que desencadene síntomas físicos.
La forma en que cada persona reaccionará dependerá de muchos factores, desde sus experiencias, hasta sus mecanismos de defensa y que tan preparados se sienten para enfrentar la vida. Hay que ser conscientes de esto y comenzar a trabajar en nosotros, contactar emociones, sentimientos, pensamientos, dotarnos de herramientas para no estar desarmados cuando enfrentamos un evento traumático, que al final son parte de la vida.


                        -Sofía Patricia Ortiz Ugalde

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